a mujer anciana
Una mujer anciana que enfrentaba diariamente las dificultades del proceso de envejecimiento, se acercó al maestro en Biblia
Robertson Mcquilkin y le preguntó: "¿Por qué Dios permite que nos envejezcamos y nos debilitemos?" El reverendo
Mcquilkin, con ternura y amor le respondió: "Creo que Dios a planeado que la fortaleza y la belleza de la juventud sean
físicas; y que la fortaleza y la belleza de la ancianidad sean espirituales."
¡Que sabias palabras las del Reverendo Mcquilkin! ¿Verdad? Con el paso del tiempo la belleza y la fortaleza física disminuyen;
sin embargo, se desarrolla la fortaleza intelectual y la belleza espiritual. Existen personas preocupadas por atenuar el paso
del tiempo en su aspecto físico. Gastan miles de dólares en cirugías y cosméticos que prometen desaparecer las arrugas y las
estrías. Sin embargo, el tiempo pasa y todos los seres humanos atravesaremos esta transición, de la fortaleza y belleza física
a la fortaleza y belleza espiritual.
Pregunta ¿En qué etapa de la vida te encuentras? ¿En la etapa de la fortaleza física o en la etapa de la fortaleza espiritual?
Sea que te encuentres en la flor de la juventud o en el otoño de los años maduros, la Biblia nos dice Eclesiastés 12:1 "Acuérdate
de tu Creador ahora que eres joven y que aún no han llegado los tiempos difíciles; ya vendrán años en que digas: No me trae
ningún placer vivirlos." La belleza espiritual comienza cuando le invitamos a Cristo a vivir en nuestros corazones. Recuerda
la belleza física se deteriora con el paso del tiempo, no así la belleza espiritual.

Conclusiones apresuradas
Una señora estaba en la sala de preembarque de un aeropuerto. Como faltaba bastante tiempo decidió comprar un libro y
unas galletas. Luego, se sentó para leer. Muy cerca de ella se sentó un hombre para leer una revista. Entre ambos había un
asiento vacío, donde estaban las galletas.
De pronto, la señora abrió el paquete y tomó una galleta. Inmediatamente el hombre tomó otra mientras le regalaba una
sonrisa. Ella se sintió indignada y pensó: "¡Que descarado! ¡Toma mis galletas sin pedírmelas!" Cuando la señora
tomaba una galleta, el hombre tomaba otra. Finalmente quedaba una sola galleta, el hombre la tomó, la partió en dos y entregó
la otra mitad a la señora.
A la señora le pareció demasiado, frunció su ceño, cerró violentamente su libro y se dirigió al sector de embarque. Cuando
se sentó en el interior del avión, abrió su bolso y para su sorpresa, allí estaba su paquete de galletas. ¡La señora sintió
avergonzada! ¡Había juzgado injustamente al hombre! Pensar que él había compartido sus galletas sin sentirse indignado o alterado.
Lamentablemente ya era tarde para las disculpas porque el avión estaba despegando.
**Pensar que muchas veces sacamos conclusiones apresuradas, juzgamos, ofendemos y nos equivocamos.
Con razón Jesús dijo: "No juzguéis para que no seáis juzgados."
Recuerda, existen cuatro cosas que no se recuperan:
El tiempo, cuando se lo malgasta
La oportunidad, cuando se la pierde,
Las palabras, luego de decirlas
Y el alma, cuando se muere alejado de Dios.
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